jueves, 21 de febrero de 2008

¿Qué pasará con Pemex?


En su reciente reunión con la junta editorial de La Opinión, el presidente Felipe Calderón explicó —al preguntarle cuál es la opción para rescatar a Pemex— que hay tres caminos posibles: no hacer nada y esperar a que se agoten en nueve años las reservas con que ahora se cuenta, que el gobierno dedique más recursos para continuar con los trabajos de exploración o bien ver lo que han hecho empresas similares en otros países.
El mandatario agregó que su gobierno es partidario de la tercera opción, pero que respetará el debate que hay en el Congreso acerca del tema. Y aunque no entró en detalles sobre si esta alternativa incluiría el permitir la inversión nacional y extranjera para la extracción del crudo en aguas profundas, fue contundente al subrayar que la paraestatal no se privatizará.
En México, sin embargo, no todos piensan igual. Aunque los legisladores del PRI y del PAN, así como un grupo de perredistas aseguran que, hasta ahora, no se ha presentado ninguna propuesta para privatizar Pemex, un ala del PRD encabezada por el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador jura y perjura que hay un plan bien orquestado desde Los Pinos para entregar el mayor recurso nacional de México a manos extranjeras.
La supuesta iniciativa para la privatización de Pemex le ha servido a AMLO para atraer de nuevo los reflectores. En programas donde ya casi no se le mencionaba, aparece ahora señalando que su objetivo, más que volver a buscar la presidencia, es defender el patrimonio de los mexicanos y evitar que el grupo en el poder logre su cometido de vender el petróleo. Y como prueba de sus aseveraciones, señala que ya hay consorcios como Haliburton que han ganado contratos millonarios para la perforación de pozos en México.
Los enemigos de AMLO dicen que el tabasqueño sólo está utilizando a Pemex como estrategia política y, para desmentirlo, lo han enfrentado incluso con el líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas (cuyo padre nacionalizó el petróleo), quien asegura que él no tiene noticia de que existan planes para privatizar a la paraestatal.
En esta guerra de declaraciones resulta difícil saber quién dice la verdad y quién miente. Pero lo importante, en todo caso, es que este debate ha servido para poner en perspectiva la grave situación que enfrenta Pemex. El problema no sólo es que las reservas de los pozos abiertos están a punto de agotarse sino que, para seguir operando, la paraestatal necesita al menos 25,000 millones de dólares, puesto que la mayoría del crudo está a miles de metros de profundidad en el Golfo de México. A estos problemas se suman la burocracia y corrupción que durante años han sumido a la empresa en la ineficacia, así como la apatía del gobierno para salir al rescate.
Todos estos elementos tendrán que tomarse en cuenta cuando se inicie oficialmente el debate sobre la reforma energética. Más allá de sus posturas ideológicas, los congresistas están obligados a buscar la mejor opción para Pemex, pues el futuro del país depende de ello en buena medida.
Comentarios a: maria.arredondo@laopinion.com

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